El Tejo (Taxus baccata) es un árbol de la especie de las coníferas que puede vivir hasta 5.000 años de edad.

El tejo de Bermiego en Asturias 2.000 años de edad
imagen: horrapics
Ya en la Antigüedad, el tejo era una especie muy apreciada, particularmente por su madera de gran calidad, y estudiada tanto por sus propiedades curativas como venenosas. Crece en ambientes húmedos y frescos de zonas de montaña, en bosques, barrancos y en las umbrías. Son considerados monumentos de la naturaleza como restos de antiguos bosques y, por lo tanto, protegidos y conservados.
De su corteza se extrae una sustancia que se utiliza actualmente para combatir el cáncer.
Aunque podríamos pensar que el tejo es un árbol peligroso, está demostrado que da la vida, pero también te la quita.
Foto: málaga.es



Fotos: https://texu.wordpress.com

Algunas curiosidades de éste árbol
- Puede cambiar de sexo parcial o totalmente con la edad.
- Se le llamaba el “árbol de la muerte”.
- Era tradición en el Día de Todos los Santos llevar una rama de un árbol de tejo a las tumbas de aquellos que habían muerto recientemente para que fueran guiados en su regreso a la Tierra de las Sombras.
- Su tronco está hueco.
- Los pueblos celtas le atribuyeron un carácter sagrado y celebraban sus asambleas, juicios, juramentos y rituales bajo su copa.
- Ha sido usado como método de suicidio, a través del consumo de sus hojas y semillas.
- Ligado a rituales mágicos, los pueblos celtas construían ermitas y cementerios donde crecían estos árboles, ya que cuenta la leyenda que el tejo dirige una raíz hacia la boca de las personas enterradas, haciendo de puerta hacia el otro mundo.

Los druidas, hombres sabios de la cultura celta, tallaban sus bastones a partir de su tronco y ramas.

Los tejos estaban asociados a los aquelarres de meigas y brujas.

El aquelarre de Francisco de Goya
Alrededor de 50.000 personas fueron quemadas en la hoguera y muchas más fueron torturadas, acusadas de brujería. El caso más famoso de esta quema de brujas tuvo lugar en Zugarramurdi.

La historia de las brujas de Zugarramurdi
A principios del siglo XVII Zugarramurdi era una pequeña aldea de la montaña navarra. Tenía unos doscientos habitantes dedicados a la agricultura y a la ganadería. En el siglo XVI, una mujer de este pueblo, se marchó a Francia para trabajar durante unos años. Al volver a su pueblo aseguró que se había convertido en una maestra de brujas y podía adivinar si otras mujeres eran brujas. Entonces acusó de practicar la brujería a un buen número de vecinos; hombres, mujeres y niños de su pueblo, causando enfrentamientos entre todos ellos. Las autoridades no tardaron en aparecer en el pueblo debido a las revueltas populares. Todo esto llegó a oídos del rey de Francia, Enrique IV, que en aquella época también reinaba en Navarra.
Mientras tanto, en Francia también se estaban produciendo violentos disturbios en un pueblo costero llamado Burdeos, resultado de la actuación de un juez llamado Pierre de Lancre, un hombre sanguinario y cruel.
En esta ciudad costera, los hombres, en su mayoría pescadores, pasaban la mayor parte del año faenando en las costas de Terranova, por lo que sus mujeres e hijos se quedaban solos. Lancre acusó de brujas a las mujeres y niños, por bañarse desnudos en el mar y después de detenerlos, los sometía a torturas durante meses y los quemaba vivos en la hoguera.
Cuando los hombres volvieron a casa después de meses se encontraron a su familia asesinada y se organizó una verdadera revolución en la ciudad.
Fue en aquel momento cuando el rey decidió enviar a Lancre a Navarra, para alejarlo de las revueltas en Burdeos y para aclarar los casos de brujería que estaban surgiendo en esa zona.
La llegada de Lancre provocó el pánico, y las familias huían de valle en valle al escuchar que detenía a hombres, mujeres y niños. Los torturaba hasta que confesaban ser brujos y acusaban a sus vecinos de serlo. Las gentes de la zona vivían aterrorizadas y enfrentadas por las supuestas acciones de los brujos y brujas.
Según documentos de la época, las brujas podían provocar grandes tormentas, naufragios, usaban ungüentos para poder acudir volando al aquelarre, se transformaban en bestias, celebraban misas negras en las que se consagraban hostias negras y rendían cultos satánicos en cuevas y túneles subterráneos. También destruían las cosechas o lanzaban maleficios, andaban cien leguas en una hora, salían por donde no cabía una mosca, se hacían invisibles, no se mojaban ni en el rio ni en el mar, podían estar al mismo tiempo en la cama y en el aquelarre, provocaban enfermedades e incluso la muerte, bailaban en torno a una hoguera y bajo la copa de los tejos, se bañaban desnudos hombres y mujeres juntos, desenterraban los huesos de los muertos y asesinaban a bebés, también elaboraban sus venenos a partir de sapos, culebras, lagartos y otros animales y plantas.
Zugarramurdi se convirtió en el proceso más grave de la Inquisición española contra la brujería.
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